La Caravana de la paz en Chiapas - 14 de Septiembre de 2011
Fuente:
La Caravana llega a Guatemala
e increpa a siete naciones
PARIS
MARTÍNEZ (@PARIS_MARTINEZ)
La
Caravana por la Paz en la frontera que divide México y Guatemala. FOTO:
Cuartoscuro
Justo cuando el
Sol se ocultaba, en punto de las 19:15 horas, la Caravana de Paz cruzó
ayer el Río Suchiate, frontera natural
con Guatemala, para posarse sobre suelo del vecino país (aunque sin abandonar
las barreras del puente que une ambas naciones), y ahí no sólo formular una petición
de perdón a los migrantes latinoamericanos que son vejados en suelo mexicano,
en su ruta hacia Estados Unidos, sino también para expresar, en conjunto con
las organizaciones del otro margen, exigencias concretas a los gobiernos de
Nicaragua, Ecuador, Colombia, Honduras, Argentina y, por supuesto, México y
Guatemala.
Más allá de la
mitad del puente, cobijado por las víctimas de la violencia provenientes de
ambos lados del río, Javier Sicilia, quien encabeza la movilización ciudadana,
pidió a los migrantes latinoamericanos “que nos perdonen por no levantar la voz
antes, por no tener fuerzas necesarias para detener antes el dolor, ni para
impedir los secuestros y asesinatos de los que son sujeto en México”, y afirmó
que “es una vergüenza nuestra que aquí (en la frontera con sur) no empiece para
ellos y ellas una vida mejor, sino un calvario a manos de bandas de homicidas y
de autoridades cómplices”.
“Su dolor
–afirmó el poeta–, nos duele y se agrega al de las miles de personas que sufren
en nuestro país, en donde vivimos inmersos en un lodo que ha borrado las
fronteras entre el Estado y el crimen”, problemática de la cual, dijo, “la
impunidad con que opera el Instituto Nacional de Migración es un ejemplo“.
“Hermanos y
hermanas –remató–, venimos desde muy lejos, recogiendo dolores, increpando a
nuestras autoridades, para pedirles el perdón que, en realidad, debería de
pedir nuestro gobierno.”
FOTO:
PARÍS MATÍNEZ
Los
migrantes rezaron y prendieron un veladora para pedir por los suyos.
Reclamo a siete
Estados
La ceremonia de
bienvenida a la Caravana de Paz, dirigida por el Comité de Unidad Campesina
(CUC) de Guatemala, se realizó teniendo como centro un pequeño altar, en el que
un cirio iluminaba una modesta reproducción de San Juan Diego arrodillado ante
la Virgen de Guadalupe.
Ahí, ante las más
de 700 personas reunidas, el dirigente guatemalteco Rafael González, del CUC,
restaltó que en su país “se conoce bien de la lucha que el Movimiento por la
Paz con Justicia y Dignidad emprende” y resaltó que, “a pesar de que nos han
dividido como pueblos”, debe recordarse el mensaje de nuestro libro sagrado, el
Popol Vuh, que dice: ‘Que todos se levanten juntos, que ningún grupo se quede
atrás’”.
González,
además, fue el encargado de leer las exigencias de lo que él llamó la Caravana
Internacional de Paz a distintos gobiernos del subcontinente, empezando por el
nicaragüense, al que demandó reconocer y respetar los modelos políticos
tradicionales de los grupos indígenas.
Al gobierno de
Ecuador se reclamó consultar a las comunidades indias antes de adoptar
políticas que las afecten, así como detener la privatización de sus playas y la
entrega de los recursos naturales a empresas privadas.
En tanto, al
gobierno de Colombia y a las guerrillas que ahí operan se les pidió entablar un
diálogo humanitario que termine la guerra fraticida de décadas y a Argentina se
demandó reconocer los títulos comunitarios sobre la propiedad de la tierras que
habitan.
Al gobierno
actual de Honduras, surgido tras un golpe de Estado, se reclamó respeto
irrestricto a la cultura, tradiciones y autodeterminación de los pueblos
originarios.
Vino entonces la
exigencia al Estado guatemalteco, a cuyos “politiqueros” se reclamó no lucrar
más con la pobreza del pueblo, en busca de votos y al mexicano que cese el
acoso a las comunidades zapatistas, así como a los pueblos de Atenco y
Comalapa, además de la cancelación de las concesiones de tierras indígenas a
empresas mineras trasnacionales.
“saber
que mis hermanos hacen estas salvajadas en nuestro país, me hace sentir
humillado“ dijo Julián Lebarón
Basta…
Luego de
escuchar el testimonio de Dalila, una migrante que sufrió abuso sexual por
parte de un traficante de personas, en su cruce a México, Julián Lebarón, otro
de los emblemas del Movimiento por la Paz, que el pasado martes se sumó a la
Caravana, aseguró que “saber que mis hermanos hacen estas salvajadas en nuestro
país, me hace sentir humillado“, para luego narrar que ya antes, al trabajar en
Estados Unidos con migrantes de El Salvador y Honduras, vivió a su lado el
secuestro y asesinato de la hermana de uno de ellos, por la que incluso se pagó
el rescate.
Vino entonces el
pronunciamiento de un grupo de jóvenes
que, por iniciativa propia, leyeron un pronunciamiento en el cual se condena
“esta noche neoliberal, en la que la política y el negocio de la muerte rompen
el tejido social (…) y en la que quienes se erigen y vanaglorian como dueños de
Nuestra América nos han quitado el derecho a la educación, a la salud, a la
vivienda, a un trabajop digno y, más aún, el derecho a la vida misma. Hoy
decimos ¡Basta! ¡Basta a una guerra falsa!”.
Ellos no fueron,
sin embargo, los únicos jóvenes en fijar su postura.
Antes, incluso,
de que Sicilia llegara al puente fronterizo, 13 muchachos aguardaban, justo a
la mitad del camino, trenzados sus brazos por encima de los hombros, formando
un círculo cuyo significado, reveló uno de ellos, era “la unidad”.
Los trece
jóvenes, oriundos todos de Suchiate-Ciudad Hidalgo, Chiapas, aguardaron en esa
postura hasta que la Caravana de Paz hizo su aparición, en el extremo mexicano.
Fue entonces que, sin romper la cadena, avanzaron hasta el lugar donde esperaba
el cirio y la imagen religiosa, sobre una sencilla mesa, y ahí se convirtieron
en el cinturón que resguardó a los líderes civiles, mexicanos y guatemaltecos,
en su encuentro de ayer. Para entonces, el Sol se había ocultado.
Mácula
Cabe destacar
que el acto completo hacia el lado guatemalteco no pudo concretarse, debido a
la dilación en la entrega de una lista con los nombres de los integrantes del
contigente, que ya estaba pactado con el cónsul de aquel país en la Ciudad de
México, Héctor Sipac.
Trascendió,
además, que al menos 25 personas han presentado problemas estomacales durante
el viaje, a causa de la poca resistencica a la variedad de alimentos que, en
los distintos puntos de descanso, se han consumido.
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